Brasil es una nación incompleta sin la personalidad efervescente de Luis Inácio Lula da Silva, conocido simplemente como Lula. Se trata de un hombre que nació en la oscuridad y la pobreza; fue limpiabotas y tornero de fábrica durante su infancia y juventud, y como obrero organizó las huelgas que derribaron a las dictaduras militares que gobernaron en Brasil de 1964 a 1985.
Lula es conocido por ser un tritón de la perseverancia. Después de perder tres veces las elecciones presidenciales, ganó en 2002 y condujo a la nación a un periodo de abundancia económica y reconocido prestigio internacional, cuando Brasil fue elegido para dar una fiesta al mundo como anfitrión de la Copa Mundial y de los Juegos Olímpicos.
Años después, al dejar la presidencia y después de darse a conocer la corrupción que envolvió a Brasil al final de su mandato, la aceptación de Lula cayó estrepitosamente.
Ahora los votantes le dan una amplia ventaja en la contienda presidencial del año entrante, señal de que para millones de personas el recuerdo de un Brasil próspero y en ascenso tiene más peso que su recelo ante la corrupción endémica que empañó su legado.
Lograr una victoria podría depender de su capacidad para explicar por qué Brasil se derrumbó de forma tan espectacular tras su presidencia, y por qué mientras estuvo en la cárcel el país se pauperizó brutalmente.
Un solo dato podría ser su lema de campaña: La cantidad de personas que vivía en pobreza en Brasil se triplicó de 9,7 millones en 2020 a 27 millones en 2021.
Lula puede ser, de nuevo, una vacuna contra la pobreza.