La muerte de la Reina Isabel ha regado por el mundo la vieja polémica sobre la necesidad o no de tener reyes.

En Francia, país considerado en todo el mundo como la cuna de la democracia, el rey Luis XVI fue condenado a muerte en la guillotina por el gobierno revolucionario de la Convención, el 21 de enero de 1793. Fue declarado culpable de «conspiración contra la libertad pública y de atentado contra la seguridad nacional».

Pero en Inglaterra, país de la reina que acaba de morir, la monarquía podría gozar de una vida más larga, siempre y cuando el nuevo rey Carlos III no haga los desfiguros que hizo cuando fue proclamado rey. En ese momento, el nuevo rey hizo un gesto con el que parecía no gustarle el asunto.

En realidad, la realeza en un anacronismo en todos los lugares del mundo. Como dicen muchas constituciones, los hombres son iguales, y deben gozar de los privilegios de su propio trabajo. No por la herencia ni por su linaje.

Los reyes y las reinas, vistos a largo plazo, están condenados a desaparecer.

En la Fotografía: El niño Carlos aburrido en la coronación de su madre. (Publicación Semana de Colombia)