Como muchos países latinoamericanos, Perú ha sufrido una turbulencia que le ha impedido definir un rumbo preciso para salir de las crisis económicas y políticas que lo han hundido en las últimas décadas. En uno de los últimos debates presidenciales, la candidata de la izquierda, Verónika Mendoza (en la fotografía) propuso un proyecto sensato capaz de poner por delante la vida y la salud de la gente; defender que la educación, la sanidad y la vivienda son derechos y no negocios, y reconocer a todos los peruanos como iguales.
Los demás candidatos se han caracterizado por plantear los asuntos más importantes de la nación como si fueran detalles pasajeros, sin entrar al fondo de los problemas. Un candidato afirma estar seguro de el coronavirus se cura con una mezcla de caña con sal; otro piensa que el uso de los cubrebocas no tiene sentido, y otro más -un exfutbolista- sostiene que sobran mascarillas en el mundo. Por su parte, la candidata que es la hija del dictador Alberto Fujimori quiere llegar a la presidencia para indultar a su padre.
En el caso de que la candidata de izquierda ganara las elecciones, sería la primera mujer presidenta en una nación gobernada históricamente por el machismo.