Después de la victoria de David Cameron y los conservadores en las pasadas elecciones, no todo es fiesta para el nuevo gobierno. Ayer las calles de Londres se llenaron con 250 mil inconformes con las nuevas políticas emprendidas, sobre todo los recortes al presupuesto para reducir el déficit. La protesta se desenvolvió desde las calles del sector financiero hasta el Parlamento.
Nadie se esperaba este repudio multitudinario, sobre todo después de que el Partido Laborista tuvo un revés estrepitoso en los comicios. Pero se trata, a decir de sus organizadores, de la manifestación más grande de los últimos años. El malestar se desató por el anuncio de nuevos planes de austeridad, que tendrán repercusiones en los presupuestos de educación y salud, y que convocan también a los sectores que se oponen a las guerras y los gastos armamentistas.
Así es la democracia: los vencedores de hoy serán los vencidos de mañana, y los que acaban de triunfar apenas pueden disfrutar su victoria.