El presidente Donald Trump declaró que abandonaría el país si pierde las elecciones del 3 de noviembre. Eso es buena noticia, ya que implica un reconocimiento indirecto de que aceptará los resultados.

En días anteriores, Trump había señalado reiteradamente que no se comprometía a un cambio de mando «pacífico» si los resultados le eran adversos. Las encuestas más recientes le dan el triunfo a Joe Biden por un margen que va de los tres puntos a los doce.

Cuando Trump se negaba a prometer un cambio terso en el Ejecutivo de la nación, muchos analistas pensaron que el sistema se encontraba a las puertas de una crisis de dimensiones incalculables. ¿Qué sucedería si uno de los contendientes -en este caso el presidente- se negase a reconocer los resultados aceptados por las autoridades electorales?

Sería un cataclismo, el derrumbe de una certidumbre fincada en un castillo de naipes.

Afortunadamente para todos, el propio Trump abrió una puerta de salida.

Si pierde se irá del país, pero el país seguirá de pie.