¿Deben pagar impuestos las iglesias? El tema ha sido puesto en la mesa de discusiones por la reforma fiscal de 2014, que conmina a las iglesias a regularizarse en materia de ingresos, dádivas, facturas y nóminas. Pero, un momento -dice el episcopado airado-, la iglesia no es una empresa.  Y por lo tanto las limosnas no son ingresos.

Sin embargo, la historia nos dice que las iglesias no son ajenas ni al dinero ni a las ambiciones terrenales, y la riqueza de El Vaticano es una prueba colosal del asunto. Uno de los principales críticos de la riqueza de la iglesia es el Papa Francisco, que aspira a volver a la humildad original de los apóstoles.

En México, como en muchos otros lugares del mundo, las limosnas no se han contabilizado nunca, y mucho menos se conocen sus destinos. El esfuerzo de la reforma fiscal es un primer intento.

Pero es más fácil regularizar a la economía informal que a las ganancias del clero. Por lo pronto, los jerarcas de la iglesia ya lograron que la ley no se aplique en septiembre, como originalmente se había asentado, sino hasta enero del 2015. Con ello, los hombres de la sotana ya ganaron el primer round de una pelea que será larga.