La tormenta desatada por la violenta movilización incitada por Donald Trump contra el Capitolio no cesa. La senadora Lisa Murkowski, republicana por Alaska, hizo una declaración contundente: «Quiero que renuncie. Lo quiero fuera. Ha causado bastante daño.» Si no lo hace, añadió, ella renunciará al Partido Republicano. No quiere que su nombre siga asociado al del hombre que incitó a una turba a marchar contra la Casa de Representantes.

Los demócratas, liderados en el Congreso por Nancy Pelosy, están sentando las bases para organizar una nueva destitución (Impeachment) contra Trump. Su principal rival es el tiempo, porque faltan unos cuantos días para que Trump termine su mandato.

Más de una docena de funcionarios, incluyendo algunos Secretarios de Estado, han renunciado.

En otro giro del drama, la empresa twitter suspendió permanentemente la cuenta de Trump, privándolo de su principal altavoz. Nadie dijo que su silenciamiento fuera un acto contra la libertad de expresión. Lo mismo hicieron otras plataformas como Snapchat, Twitch y Facebook.

El hombre está acorralado en su propia celda, pero sigue actuando como si tuviera la historia a su favor.