La diputada Gabriela Marín Sánchez (en la fotografía) era una mujer inteligente y hermosa. Era representante del estado de Morelos, y en la tribuna y en la calle era un imán de las miradas de los habitantes de Cuernavaca por sus palabras elegantes y su belleza. Apenas el pasado 1 de septiembre, se integró al periodo ordinario de sesiones, luego de ganar un juicio para que el tribunal federal definiera si a ella le correspondía una diputación que quedó vacante tras la muerte de Juan José Yáñez Vázquez, del partido Morelos Progresa.

Sin embargo, todos sus atributos se esfumaron en un país donde la vida no vale nada. Ayer, desgraciadamente, la diputada fue ejecutada por dos desconocidos en el estacionamiento de una farmacia ubicada en la avenida Poder Legislativo, en el municipio de Cuernavaca, donde los agresores llegaron en una motocicleta y la asesinaron.

Nada, ni siquiera la captura de los asesinos, nos devolverá la vida y el valor de la diputada.

Qué pena.