Envuelta en una ola descomunal de incendios forestales, Australia es la imagen viva de una catástrofe ambiental de inmensas proporciones. Y no son solamente las flamas gigantescas devorando sus bosques. Su Gran Arrecife de Coral, orgullo de la enorme isla, está agonizando; sus bosques de algas están desapareciendo: en el interior del continente, varios pueblos y comunidades se han quedado sin agua. Parecen varias caras del apocalipsis.

Hasta principios del año en curso, el fuego había consumido aproximadamente 5.8 millones de hectáreas, una superficie que supera en seis veces el área consumida por los incendios forestales en el Amazonas. Las flamas superaron los 60 metros de altura. El año nuevo en la ciudad de Canberra fue un infierno, porque la cortina de humo salida de los bosques tuvo la increíble longitud del continente europeo. La contaminación atmosférica fue algo nunca antes visto.

La muerte de la fauna se calcula en medio millón de millones de animales.

Mientras tanto, el primer ministro del país pasa sus vacaciones en Hawaii.