En el alud de comentarios desatado por la fuga cinematográfica del Chapo Guzmán, sobresale el de Susana Zabaleta, la actriz y cantante de Chihuahua que se ha destacado en la pantalla televisiva y en varias obras musicales, entre ellas la de los Locos Addams, que se exhibe actualmente.
Zabaleta dijo lo siguiente: «Por lo pronto, qué bueno que El Chapo se salió, ojalá y vaya a pavimentar calles y a tapar pozos, porque él si hace las cosas por su pueblo. Yo estuve en Mazatlán cuando lo agarraron por primera vez, hace un año y medio. Yo estaba cantando allá en Mazatlán, y la gente en el malecón llegaba llorando porque lo habían agarrado, porque dicen que ayuda mucho a la gente que quiere.»
El comentario es importante porque en muchos lugares el narcotráfico cumple las funciones del Estado: pavimentar calles, dar dinero a los pobres, construir escuelas y hospitales, ayudar a los campesinos pagándoles sus cultivos por adelantado y hasta construir iglesias. Lo que dice la cantante es que el Estado ha fallado al cumplir su cometido, y en eso tiene razón.
En lo que no tiene razón es en alegrarse por la fuga de un narcotraficante que puede haber hecho grandes obras de beneficencia, pero también es un asesino que anda debiendo cientos, tal vez miles de muertes.
Porque si ponemos en la balanza a las dos instancias de beneficio social -por llamarles de alguna manera-, que son el Estado y el narcotráfico, vemos que los dos ejercen su dominio por la fuerza y los dos tienen obras de beneficencia, solo que el narcotráfico gobierna y se gobierna por la violencia pura, y el Estado y sus gobiernos son fruto de las elecciones.
También sabemos que hay una corriente popular que está contra las elecciones, casi por los mismos motivos; es decir, que el Estado ha fracasado al cumplir sus funciones, y en el fondo es mejor tener una dictadura, con mano dura, pero que le cumpla a la sociedad sus demandas.
En el fondo, hay un amplio, yo diría mayoritario sector de la población que no quiere el fin de las elecciones, ni volver a la dictadura del porfirismo, ni la dictadura del narcotráfico, pero tampoco quiere un Estado inútil en materia de seguridad, educación, vialidades, salud, vivienda, trabajo, igualdad de oportunidades y respeto a los derechos humanos.
No, no hay que alegrarse por la fuga del Chapo. Puede ser un alma caritativa con sus paisanos, pero también es una máquina destructora de sus enemigos, y un asesino que desprecia la vida de cualquiera.