
En la Ciudad de México circulan 5.5 millones de automóviles. Y esa población sigue creciendo. Cada año, las calles y avenidas reciben 250 mil autos más. Eso arroja varias consecuencias. En primer lugar -tal vez lo más importante-, son las enormes ganancias para los fabricantes de autos. Firmas como Chrysler, General Motors, Nissan, Volkswagen y Ford se frotan las manos con el incremento de la producción automotriz. En segundo lugar, el mayor prestigio social, porque una creciente clase media mexicana puede comprar autos en no tan cómodas mensualidades. Adiós, autos viejos. Adiós, también, el transporte público. Tener un carrito es arribar a un nuevo estatus social. En tercer lugar -no menos importante- eso quiere decir que la emisión de gases de efecto invernadero y el cambio climático son factores que seguirán al alza. Y en cuarto lugar seguirá la pesadilla del tráfico urbano, y con toda seguridad habrá más embotellamientos.
Una solución al tema de la contribución de los autos al cambio climático es el uso de autos eléctricos. Son autos que no contaminan ni emiten gases de efecto invernadero. Según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, de enero a julio de 2016 se vendieron 3,724 autos eléctricos sobre todo en la Ciudad de México, lo cual es un crecimiento notable respecto a las ventas del año pasado. Sin embargo, los autos eléctricos representan una porción muy menor del parque vehicular, ya que alcanzan apenas el 0.4%.
Pero las firmas automotrices no se arredran: Toyota espera vender más de 10 mil autos híbridos -que se mueven con electricidad y gasolina- en los próximos 7 años, con la intención de convertir a México en la tercera nación más importante de autos híbridos en el mundo.
Y no se crea que los autos híbridos no están jerarquizados por el poder de compra: un Renault Twizy Eléctrico tiene un valor de 290 mil 700 pesos, mientras que un BMW eléctrico cuesta 499,900 pesos. Hasta en la lucha contra el cambio climático hay abismos entre los precios. Y no todos pueden combatir el cambio climático desembolsando esas cantidades, claro. Por eso también está el remedio del Metro. Y ése no contamina.