Ante el retiro de Estados Unidos de los tratados comerciales que inundaron el mundo durante la últimas décadas, China está aprovechando los espacios para convertirse en un nuevo punto de referencia en el mercado internacional, y cosechar mayores alianzas comerciales. En ese contexto, los países que se han acercado al gigante chino y han aceptado su liderazgo son Pakistán, Nepal, Bangladesh, Sri Lanka, Malasia y Cambodia. En ese espacio gigante, China está consturuyendo un círculo de aliados alrededor de la India. Otros, temerosos del surgimiento de un nuevo imperio simbolizado por el dragón que todo lo devora, prefieren atrincherarse en sus respectivos mercados y esperar que pase la ola del despertar chino. Ellos son la propia India, Japón, Australia, Taiwán, Indonesia y Vietnam. Y otros más, con una visión pragmática, prefieren apoyarse en los dos imperios rivales, China y Estados Unidos. Se trata de Tailandia, Indonesia, Myanmar y Filipinas.
El salto de Donald Trump hacia fuera de los tratados comerciales -una estrategia no muy bien pensada- ha representado un cambio fundamental en el orden económico internacional que se estableció en la segunda mitad del siglo pasado. En el mal llamado «nuevo orden», Estados Unidos se está retirando de una gran cantidad de mercados por sus nuevos afanes proteccionistas, pero continúa siendo un factor decisivo gracias a la venta de armas. Y en este único aspecto, la política de Donald Trump resulta expansionista. Pretende vender más armas, obtener más ganancias y mantener la vieja sujeción a las naciones pobres por la vía del armamentismo.
Sin embargo, la venta de armas no basta para mantener a un imperio. Con su nueva producción de una gran variedad de productos, China está llamando a la puerta de todas las naciones para convertirse en el nuevo líder del libre mercado. Paradoja de nuestro tiempo: un país comunista será el nuevo imperio capitalista.