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El mejor spot

El mejor spot de Andrés Manuel López Obrador lo hicieron los empresarios. Promovido bajo el sello del Consejo de la Comunicación, un puñado de los empresarios más destacados de la nación -juntos sumaban la tercera parte de la riqueza producida en México- se han puesto la camiseta del nuevo gobierno. Dicen que respetan el triunfo del candidato ganador, hacen un elogio de la democracia mexicana, sostienen que la alternancia llegó para quedarse, se comprometen a invertir en México y crear nuevos empleos, defienden la lucha contra la corrupción, hacen un llamado para trabajar unidos con el nuevo gobierno, declaran su amor a México.

¿Quienes son los que defienden de esa manera a Andrés Manuel López Obrador? No son los maestros de la CNTE, ni los grupos de activistas de la UNAM, ni las huestes de los líderes históricos de la izquierda. Son los grupos empresariales más poderosos de México. Ahí están FEMSA, Grupo Bimbo, Kimberly Clark, Tresalia Capital, Gentera, Aeroméxico, Grupo Lala, Cinépolis, Sofftek y Grupo Kaluz. Todos ellos representan un caudal de miles de millones de pesos. Y ahí están, entre otros, María Asunción Aramburuzabala, la mujer más rica de México, y Claudio X González, a quien se le consideraba el principal promotor empresarial de las campañas contra López Obrador.

¿Qué efectos tiene ya este apoyo inédito y decidido? Primero, se desactiva así el temor infundado de que con el triunfo de López Obrador todos los capitales de México harán las maletas y se irán a invertir a otro lado. Segundo, los empresarios obtienen la certeza de que no habrá nacionalizaciones, ni control estatal de la economía. Tercero, se acaba la guerra sucia electoral y postelectoral. Cuarto, se lanza un mensaje al exterior para que los mercados se tranquilicen. Y quinto, y sin duda menos importante, se emite un mensaje inquietante para los sectores tradicionales de izquierda, porque ahora ven al presidente electo envuelto en el apoyo decidido de sus enemigos de clase.

El sustento de los empresarios -agigantado por una carta de reconocimiento y apoyo de Carlos Slim a López Obrador- es una buena noticia en términos políticos y económicos, pero puede convertirse en algo de mayor calado. El nuevo gobierno puede apaciguar a los empresarios moviéndose al centro, pero puede aprovechar la oportunidad para promover una reforma al interior de las empresas, una piedra de toque para empezar a disminuir la tremenda desigualdad social que sigue prevaleciendo en México. No es posible que los de arriba de las empresas ganen, como lo dice el Informe del Observatorio de Salarios del año pasado, 520 veces más dinero que los de abajo.

En Japón, para poner un solo ejemplo, en las empresas los de más arriba no pueden ganar más de 11 veces lo que ganan los de abajo. Y Japón no es precisamente un país socialista.

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