
Nuevamente Donald Trump ha aterrorizado al mundo entero con sus declaraciones a propósto de cualquier cosa. En esta ocasión, en el nuclearizado estado de Nevada, dijo que va a retirar a su país del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio con Rusia, que firmaron en 1987 el entonces presidente Ronald Reagan, y el secretario general del Partido Comunista de la antigua Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov. Fue un acuerdo histórico, porque su rúbrica puso fin a las tensiones de la Guerra Fría, y fue la piedra de toque para el deshielo y la seguridad en el planeta. A partir de ese acuerdo, y con el resquebrajamiento del comunismo dictatorial impuesto por Stalin, se derrumbó el Muro de Berlín dos años más tarde, y la Unión Soviética se desmembró en 1991.
Pero todo eso a Donald Trump no le importa. La nueva declaración tuvo lugar en una entrevista banquetera en el aeropuesto del pequeño pueblo de Elko, y rompió los tímpanos de los rusos y los europeos. «Rusia ha estado violando el acuerdo desde hace muchos años -dijo, como si estuviera mirando el porvenir-, y por eso vamos a rescindirlo. Ahora Estados Unidos tendrá que desarrollar nuevas armas.» Y luego, como si se acordara de la proximidad de las elecciones del 6 de noviembre, culpó a Barack Obama de no hacer nada al respecto.
El acuerdo de hace poco más de 30 años prohíbe a sus firmantes fabricar misiles con alcances que van de 300 a 3,400 millas, y en su momento se consideró una salvaguarda para evitar el inicio de una guerra nuclear entre las dos potencias. Los países de Europa también quedaban a salvo.
Pero ahora, con esta nueva declaración estridente, Trump parece querer dar marcha atrás al deshielo, y regresar al oscurantismo de la Guerra Fría. «Esto podría ser un paso muy peligroso para el mundo -dijo Sergei Ryabkov, el canciller ruso-, y será condenado por todos los miembros de la comunidad internacional comprometidos con la estabilidad y la seguridad.» Alemania también condenó la declaración, pero el Reino Unido -como siempre lo ha hecho desde que perdió la brújula hace unos años- sostuvo que estaba con Estados Unidos hasta la muerte.
¿Qué sucederá con esta nueva balandronada? Lo más probable es que no pase nada. Basta ver lo sucedido después de la incendiaria guerra verbal entre Trump y Kim Jong-un a finales del año pasado, o las amenazas terminantes sobre el fin del Tratado de Libre Comercio en América del Norte antes de que se firmara el nuevo. En ambos casos, la ganadora no fue precisamente la Casa Blanca. Y seguramente, en este nuevo frente de hostilidades verbales, tampoco lo será.