En Egipto han sido condenados a muerte 183 miembros de los Hermanos Musulmanes, el grupo de apoyo del depuesto presidente Mohamed Morsi, ahora en prisión. La ordden les llegó por haber matado a más de una decena de policías durante las revueltas de 2013, que terminaron con la deposición del antiguo presidente.
La pena de muerte es considarada por el mundo civilizado como una venganza ancestral disfrazada de justicia por los tribunales, independientemente de que en muchos lugares de países avanzados -como varios estados de Estados Unidos- se practique.
En China en estos días fueron sentenciados a muerte dos miembros del culto llamado Culto del Dios Todopoderoso, por llevar a la muerte a una mujer que se negó a pertenecer al grupo. En Egipto, además de las conotaciones anteriores se trata de una venganza política, ya que el actual gobierno militar fue el encargado de derrocar a Morsi, un presidente que -independientemente de su actuación- llegó al poder por la fuerza del voto. Fue el primer presidente civil del vapuleado país de los faraones.