El mejor ejercicio, desde el punto de vista físico y social, es el de correr. Es el más sencillo. Para correr, no es necesario asistir a un gimnasio. Bastan las ganas de hacerlo y lanzarse a trotar en las calles. Pueden servir unas zapatos tenis y una camiseta, por supuesto, pero el atuendo es lo de menos. Los beneficios son los que cuentan. El correr por las calles fortalece el corazón, mejora la circulación de la sangre, produce más endorfinas, levanta el estado de ánimo, mejora la postura y fortalece las defensas. Nada de eso cuesta un centavo.
Lo que hay que atender con cuidado, eso sí, es el lugar donde se puede correr. Son mejores los caminos asfaltados, pero lo mismo se puede hacer en senderos de terracería o a monte traviesa. Y por supuesto hay que evitar los ríos de automóviles, los autobuses y camiones y las cada vez más peligrosas motocicletas y bicicletas. Hay que evitar respirar el smog que sueltan los coches, pero también hay que estar atentos a todos los demás vehículos.
El cuerpo nos llama al ejercicio. Hay que saber escucharlo.