La reacción contra las posturas de Donald Trump en el interior de Estados Unidos no se han hecho esperar. Además de las manifestaciones callejeras en su contra, y más allá de las declaraciones forzadas en defensa de la democracia y sus engendros, un puñado de alcaldes de ciudades muy importantes ha declarado su oposición a las deportaciones que ha pregonado Trump desde el día de su triunfo.
El alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, sostuvo que en su ciudad nadie tiene que sentirse amenazado por las declaraciones del presidente electo. «Esta es una ciudad incluyente», dijo, y sus declaraciones se unieron a las de los alcaldes de Nueva York y Los Ángeles, que salieron a defender a los migrantes de las urbes que gobiernan.
Trump deberá enfrentar un movimiento social de gran arraigo. Se llama «ciudades santuarios». Envuelve a 40 ciudades de Estados Unidos donde la policía local no puede revisar el estatus de inmigrante durante las detenciones, ni compartir esa información con las autoridades federales para deportar a los detenidos.
El alcalde de Chicago, además, dijo que los indocumentados continuarán teniendo acceso a los servicios públicos, incluyendo educación y salud. Los estudiantes sin documentos seguirán teniendo acceso a las becas de cuatro años, bajo determinados requisitos académicos.
El Consejo Municipal de Chicago someterá a votación una cédula de identidad que beneficie a los indocumentados y a los indigentes.