Hace más de un cuarto de siglo, cuando los bloques comerciales que actualmente existen en el mundo estaban apenas en gestación, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte enfrentaba una gran resistencia para llevarse a cabo. Entre muchos sectores, era visto como una intromisión de las políticas económicas del vecino país del Norte en los asuntos internos de México, una oportunidad de las grandes empresas para beneficiarse de los bajos salarios de nuestro país, una expansión del capitalismo norteamericano sin restricciones hacia el sur del Río Bravo.
En ese entonces, Andrés Manuel López Obrador era parte de la oposición al Tratado de Libre Comercio. Y ahora, como presidente de México, no solo ha abandonado esa oposición, sino que se ha convertido en uno de los más importantes impulsores del Tratado. La semana pasada, fue directamente a Washington para abanderar el inicio del nuevo Tratado -el T-Mec-, y en ese marco enfatizar los beneficios que nuestro país obtendrá con ese instrumento: más inversiones, nuevos empleos, acceso a las tecnologías más avanzadas.
Y no solo eso. El ahora presidente de México se hizo acompañar de un grupo de empresarios mexicanos que apoyan al Tratado y fueron como base social para el acto protocolario del arranque de esta nueva etapa. Sobre ellos, López Obrador señaló: «Agradezco el apoyo de los empresarios mexicanos, los que nos acompañaron y los que no pudieron hacerlo, pero manifestaron desde antes del encuentro su respaldo al gobierno que encabezo, que represento”.
Antes de volver a México, dijo que en 1994 se había opuesto al TLC, pero que no se puede echar por la borda una relación económica importante y todo lo que se ha conseguido con ella.
El otro firmante del Tratado, el ahora presidente Donald Trump, en septiembre de 2016 había dicho que «el TLC era el peor tratado de la historia.»
Ver para creer.