La Corte de Estados Unidos, actuando como defensora de los migrantes, bloqueó la intención del gobierno de Donald Trump de acabar con el programa que protege de la deportación a cientos de miles de jóvenes que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños.
En 2012, el presidente Barack Obama lanzó el programa como una medida temporal para proteger de la deportación a todas las personas que hubieran llegado a Estados Unidos cuando eran niños. El estatus que adquieren es renovable, y se otorga por dos años. El programa no brinda una vía para obtener la ciudadanía, pero es un escudo contra la deportación a sus países de origen.
La participación en el programa genera una variedad de beneficios. Además del permiso para permanecer en el país, los beneficiarios pueden obtener permisos de trabajo, a través de los cuales muchos han recibido seguro de salud por parte de sus patrones.
La posibilidad de trabajar también les ha permitido pagarse la escuela, realizar estudios de educación superior y aún tener licencias para conducir en algunos estados. Además, el programa les ha brindado acceso a colegiaturas, así como a recibir becas y préstamos con financiamiento estatal. Por otra parte, dependiendo de su lugar de residencia, los beneficiarios también pueden calificar para recibir atención médica subsidiada por el estado.