La National Geographic, una de las revistas más prestigiadas de Estados Unidos, ha declarado que ha sido una revista racista a lo largo de su historia. Esas palabras, en boca de su editora general Susan Goldberg, ha estallado como una bomba de tiempo no solo en las principales redacciones de las revistas y periódicos de todo el mundo, sino en las cabezas científicas de sus seguidores y los lectores que han disfrutado de sus fotografías y sus contenidos en los cinco continentes.
La revista National Geographic nació como una extensión de la Society National Geographic, una organización que nació en el siglo XIX con el fin de extender las fronteras de la geografía y el conocimiento, y que contó entre sus fundadores a Alexander Graham Bell, uno de los padres del teléfono y la aviación.
La revista fue el rincón donde los lectores podían visitar los lugares más recónditos del planeta, y sirvió como un escaparate de lujo para los trabajos de los mejores fotógrafos de Estados Unidos y otros países. En 1980, la revista tiraba ya 12 millones de ejemplares. A la vuelta del siglo, empezó a circular su versión japonesa, y pronto se publicó también en árabe.
El último número de la revista constituye un parteaguas. Susan Goldberg publicó un fragmento de su ensayo titulado: «Durante décadas,la cobertura del National Geographic fue racista. Es hora de reconocerlo.» Y mas adelante señala: «Duele compartir las horrendas historias que han aparecido en la revista. Pero es importante analizar nuestra historia antes de compartirla con otros.»
Esa afirmación es el preámbulo de lo que viene. En su número siguiente, la revista analizará el tema de la diversidad en Estados Unidos, a partir de los diferentes grupos raciales, étnicos y religiosos que constituyen la población del país. Se adentrará en la vida de los musulmanes, los latinos y los asiáticos, y hará un repaso de lo que une y divide al país.
Será un trago amargo para Donald Trump.