En la entrada de la bahía de Baltimore, justo en el lugar donde se inició hace un siglo la producción de hojalata para los techos de las casas, ahora se levanta un condominio para los amantes de las construcciones de 1920, y un muelle que alberga a uno de los restaurantes más emblemáticos de la historia y la elegancia del puerto. Se llama el BoatHouse Canton, y su nombre proviene de que ahí existía una vieja plantación que importaba productos de esa provincia china. Ahora el restaurante tiene una estancia de cara al mar -se puede llegar ahí, si el bolsillo lo permite, en yate-, y en su carta combina una gran variedad de platillos internacionales y mexicanos. Son, sobre todo, delicias del mar: sopa de almeja, mejillones, ostiones de preparación diversa, tacos de atún y de salmón con cilantro, rollos de cangrejo, bote de Nachos, guacamole con tostadas, tacos de Baja (con salsa de mango y queso Cotija, uf), ceviche de camarón con chile jalapeño.
Desgraciadamente, todo indica que el sabor mexicano del local pronto desaparecerá del menú. El dueño -se llama Gene Singleton- está consternado. Casi todos los miembros de la cocina se esfumaron después de la visita que les hizo un agente de Inmigración la semana pasada. En total, 30 personas. Una catástrofe para el restaurante. Los meseros que quedan tienen que doblar turnos, meterse a la cocina, aprender todos los platillos al vapor.
En su Facebook, Singleton culpó a la administración de Trump por lo que parece ser su ruina. «En mis 35 años de experiencia en restaurantes nunca había vivido esto -escribió-; y desde que convertí este bar decadente de la bahía en un restaurante lleno de bullicio desde hace tres años, no había tenido problemas.» La administración de Obama -que tampoco fue muy benigna con los emigrantes-, buscaba sobre todo a los que tenían antecedentes de papeles falsos. Pero ahora la nueva administración persigue a los trabajadores por sus apariencias. Todos los morenos, pasen por este lado. Primero vemos, luego averiguamos. Al dueño le parece una injusticia mayúscula. «Los trabajadores que estaban contratados en el restaurante -remata Singleton- eran de las mejores ciudadanos que he conocido en este país.»
Las estadísticas más recientes son atroces. En mayo, la oficina de Inmigración de Estados Unidos tuvo un promedio de 400 trabajadores detenidos diariamente. Estas personas no son deportadas. Simplemente permanecen en prisiones llamadas eufemísticamente centros de detención. Hoy en día estas cárceles albergan a los más de 40 mil detenidos este año.
(Información del Washingon Post)