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Tres años quedan

Un grupo de científicos que analiza las consecuencias del cambio climático encendió los focos rojos a nivel mundial. A todos los países, todos los dirigentes políticos, todas las organizaciones y todos los pueblos les puso un ultimátum. Si las emisiones de gases de efecto invernadero no empiezan a reducirse drásticamente a partir del año 2020, el planeta y la vida sobre la Tierra se modificarán para siempre.

Las consecuencias del calentamiento global serán irreversibles. Se descongelarán los glaciares, se incrementarán los niveles de los océanos, se profundizarán las sequías y los huracanes serán mucho más potentes y destructivos. La agricultura sufrirá cambios dramáticos, la producción de alimentos sufrirá contracciones, el agua potable se verá reducida.

El grupo de científicos está encabezado por Christiana Figueres -que sonríe en la fotografía-, una diplomática costarricense que lleva 35 años investigando temas relacionados de energía, desarrollo sustentable, agricultura, financiamiento y contaminación ambiental, y a quien se considera la verdadera arquitecta del Acuerdo de París, un tratado que marcó un hito entre las naciones para combatir el cambio climático. Su llamado está presentado como colaboración científica en la revista Nature, pero en realidad es un grito contra las necedades políticas de negar el conocimiento científico sobre el cambio climático. «Tenemos que implementar a toda velocidad un mayor consumo de energías renovables, y abandonar la historia del desarrollo basado en los viejos combustibles», afirma sin tapujos. «Y abandonar también la política del avestruz sobre estos temas.»

En este campo se escuchan tambores de guerra. El próximo mes es la reunión del Grupo de los 20 en Hamburgo, y el cambio climático es un tema prioritario para muchos y desdeñado por unos cuantos. Ahí estará Donald Trump para defender las prácticas más arcaicas de la generación de energía, las plantas automotrices y los trabajos oxidados de las fábricas obsoletas. Y ahí estará también Angela Merkel, que se ha convertido en una nueva adalid de la lucha internacional contra el cambio climático.

Tal vez el mundo sigue sin la preparación adecuada para escuchar a los científicos. Tal vez triunfen las avestruces.  Lo seguro es que harán el ridículo nuevamente.

(Con información de la revista Time)

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