La lucha contra el cambio climático, más allá de la ignorancia del inquilino de la Casa Blanca, está reuniendo nuevos adeptos. Una gigantesca compañía minera británico-australiana, llamada BHP Billiton, anunció que piensa retirarse de la Asociación Mundial del Carbón, debido a diferencias sobre políticas ambientales y de energía. En esencia, la empresa está renunciando a la explotación del carbón, por ser una de las actividades que más contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero y, con ello, al calentamiento de la Tierra.
En su más reciente informe, la empresa también señala podría reconsiderar su relación con la Cámara de Comercio de Estados Unidos, en vista de la decisión del gobierno de Trump de retirarse del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Se trata de una declaración de guerra abierta, y es posible que el presidente de Estados Unidos responda de manera impulsiva nuevamente en su twitter.
En un plano más racional, las compañías mineras están buscando un equilibrio entre la obtención de ganancias de la explotación minera y la satisfacción de la conciencia ambiental de amplios sectores de la población, incluyendo a sus propios trabajadores.
Una salida adecuada es la orientación de las actividades empresariales hacia campos más amigables con el medio ambiente. Recientemente la firma British Petroleum, el coloso de la explotación de gas y petróleo, anunció que invertiría 200 millones de dólares en la adquisición de infraestructura para energía solar. De igual forma, la empresa Statoil de Noruega y la firma Total de Francia también han realizado inversiones en energías renovables.
Las empresas saben que la crítica no se orienta a la obtención de ganancias. Al contrario: mientras las compañías unan sus esfuerzos en la lucha contra el cambio climático, la deforestación y la contaminación de aguas, suelos y atmósfera, las ganancias pueden ser mayores. Y su buena reputación será también cada vez mayor.