Cuando los ciudadanos obedecen la ley, ese instrumento que hicieron para gobernarse ellos mismos, florecen en la sociedad valores como el respeto, la solidaridad, la confianza, la armonía y la paz. A los que no cumplen la ley se les castiga. Y los que la cumplen se sienten orgullosos de ello. A eso se le llama el Estado de Derecho.
La construcción de las legislaciones de la cultura occidental tiene una larga historia, Y en el centro de ella se encuentra el respeto por los derechos humanos. Por otro lado, en las leyes y la configuración de los Estados religiosos, la voluntad divina es el máximo valor, y sus interpretaciones han provocado todo tipo de guerras y atrocidades. Desde la era medieval de las Cruzadas -con el fin de recuperar los lugares santos- hasta la quema de los templos y ciudades ajenos al Corán por la voluntad del Estado Islámico, la cauda de destrucción y muerte ha sido impresionante.
La existencia del Estado de Derecho se ha vuelto una lucha abierta o soterrada al interior de los países. En México, en términos generales, el Estado de Derecho no existe. Los ciudadanos no tienen al respeto a la ley dentro de sus prioridades. Por eso, según un estudio del World Justice Project, México se encuentra en el lugar 92 del Índice de Estado de Derecho, que clasifica a 113 naciones de acuerdo a su adhesión a la legalidad. El estudio refleja las perspectivas y experiencias de más de 25,000 ciudadanos de todo el país y más de 1,500 especialistas. Las variables que miden son los límites al poder gubernamental, la ausencia de corrupción, el respeto a los derechos fundamentales, la justicia civil y la justicia penal.
Lo más interesante del estudio, tal vez, es que la capital de la República se encuentra muy mal parada en términos de observancia del Estado de Derecho. El país entero está muy mal, claro, porque en una escala donde el 0 indica la menor adherencia al Estado de Derecho y 1 la mayor, las entidades federativas mejor catalogadas apenas llegan al 0.45. Las 5 mejor catalogadas son Yucatán (0.45), Aguascalientes (0.44), Zacatecas (0.44), Campeche (0.43) y Querétaro (0.43). Las peor catalogadas son Guerrero (0.29), Baja California Sur (0.35) y el Estado de México (0.36).
La Ciudad de México, que debería poner el ejemplo al resto del país, tiene una clasificación de 0.37, Apenas arriba del Estado de México.
Peor aún, en términos de ausencia de corrupción, la Ciudad de México ocupa el último lugar de la tabla.
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