El terrorismo no es, como predica Donald Trump, un fenómeno vinculado al Islam y el radicalismo de los grupos extremistas árabes. Es un fenómeno mucho más amplio. Es un fenómeno que comprende las matanzas de inocentes que pueden ser peatones de las avenidas de las principales ciudades o pueblos que apenas aparecen en los mapas; feligreses congregados en las iglesias, públicos de conciertos al aire libre o en locales cerrados, clientes de los mercados, guardias de las estaciones de policías o estudiantes en las escuelas. Sus raíces son múltiples, y pueden estar en suelos tan diversos como el fanatismo religioso, el racismo que se incuba en diferentes estados de la Unión Americana, la violencia al interior de las familias, el aislamiento y rechazo de la juventud y los resortes sicópatas que se disparan ante cualquier estímulo capaz de desestabilizar a los enfermos mentales.
Las causas son múltiples, pero el piso en el que descansan los actos terroristas es uno solo: el libre mercado de armas. Por eso, los actos terroristas se suceden con mayor frecuencia en Estados Unidos, donde cualquiera puede comprar rifles y pistolas en las armerías y los supermercados. Se calcula que existen aproximadamente 300 millones de armas en poder de los civiles. Para protegerse de los agresores, según dice la Constitución de ese país.
Pero el terrorismo no tiene patria. Ahora en Rusia, una nación que aprobó en 2014 el libre mercado de armas, el terrorismo se presentó con sus parámetros habituales. En Kizlyar, un pequeño poblado en la frontera con Chechenia, un individuo esperó a todos los feligreses a la salida de una iglesia, y abrió fuego para matar a 5 personas y dejar heridas a otras 4. Al término de la masacre la policía llegó para abatirlo, pero la venganza del terrorista ya estaba consumada.
Aunque no existen pruebas sobre los motivos de la matanza, se piensa que el agresor actuó por motivos religiosos.
Sin embargo, más allá de los motivos internos o sociales de los terroristas, lo cierto es que es el libre mercado de armas el que permite la multiplicación de las matanzas sin importar las naciones donde vivan las víctimas. Por eso urge un movimiento de desarme mundial, que modifique no solamente los esquemas armamentistas entre las naciones, sino que impida que los individuos se armen de acuerdo a la libre oferta de pistolas, rifles y metralletas que se puedan comprar en las esquinas de pueblos y ciudades.