Parece un panorama increíble, pero la ciudad de Nueva York, el símbolo material de la riqueza norteamericana, no tiene comida para alimentar a sus habitantes. A los más pobres, sobre todo. Pero son muchos. Hace unos días, el alcalde Bill de Blasio dijo que sus problemas no se reducen a los cientos de miles de personas que se han quedado sin trabajo, sino que la pandemia ha regado de hambruna las calles de la gran urbe. Las cifras son difíciles de digerir. Resulta que uno de cada cuatro habitantes no tienen lo suficiente para comer.

Para enfrentar este grave problema, la alcaldía incrementó recientemente a un millón y medio el número de comidas que reparte diariamente entre la población, distribuídas en varios centros, entre ellos las escuelas aunque estén cerradas. Cada día, las escuelas reparten medio millón de comidas entre sus estudiantes y, en general, a todo aquél que se acerque a recibirlas.

En las primeras semanas de la pandemia, la ciudad repartió más de 32 millones de paquetes de comida entre sus habitantes. Y para ayudar a las familias de los estudiantes más pobres, ha distribuído tandas de 400 dólares por familia. Pero el hambre persiste. Parece un contexto que se vive en algún país africano, y no en la capital del capitalismo mundial. (Con información de The New York Times).