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Sin muros

El deporte es universal. Sin fronteras. Sin muros. Sin divisiones ficticias al ras de la tierra. Eso lo saben todos los jugadores de los Tecolotes, el equipo de béisbol que pertenece a las ciudades de Laredo y Nuevo Laredo. A veces juegan en el estadio Uni-Trade de Laredo, en territorio de Estados Unidos. Y a veces lo hacen en el estadio de Nuevo Laredo.

La idea fue de José Antonio Manzur, un empresario tamaulipeco que conoce perfectamente su campo. Laredo y Nuevo Laredo son ciudades hermanas, por no decir que una misma ciudad. En Laredo el 95% de la población es de origen mexicano. Y en Nuevo Laredo la mayor parte del comercio se lleva a cabo con la ciudad pegada al norte. Por eso los jugadores van y vienen de México a Estados Unidos sin ningún problema, y cruzan la frontera como si fueran a visitar a sus familiares. Y muchas veces lo hacen: los padres, hermanos, tíos y primos viven de un lado, y sus parientes del otro. Para los que nacieron en esa zona, es natural que los Tecolotes jueguen en dos estadios. Y para los aficionados que cruzan la línea en coche, si muestran el boleto para ingresar al estadio, no pagan la cuota de cruce.

Por supuesto que existen problemas. Nuevo Laredo es un campo minado por el narcotráfico, y muchas veces los jugadores tienen que estar alerta por los tiroteos. Y del lado contrario, para llegar a jugar al Uni-Trade los jugadores de los demás equipos de la Liga Nacional Mexicana  necesitan una visa. Muchos ya la tienen -entrenan en estadios de Estados Unidos en cada pretemporada-, y los alcaldes de ambas ciudades tienen una comunicación constante para resolver este tipo de problemas.

“A veces no entiendes la magnitud de lo que hacemos, pero es algo enorme”, dijo el infielder o jugador de cuadro interior Alejandro Rivero, de 30 años y originario de la península de Yucatán. “Los problemas entre los países son entre los políticos y los líderes. Nosotros solo somos atletas que jugamos en ambos lados, pero le mostramos a la gente que se puede disfrutar la vida y vivir en paz”.

En el diamante del béisbol, no existen los muros.

(Información de The New York Times)

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