
En tiempos extraordinarios suceden cosas extraordinarias. En Brasil, ese coloso sudamericano donde por fortuna el coronavirus no se ha extendido en las justas proporciones de su población, el Congreso aprobó la semana pasada un paquete de ayuda de emergencia para los trabajadores informales. Los diputados enviaron al Senado una propuesta para apoyar a dichos trabajadores con un salario de 120 dólares mensuales. Además, la cifra se duplica para las madres solteras. Eso significa un desembolso, puesto en nuestra moneda nacional, de más de 193 mil millones de pesos en los próximos tres meses.
Y en tiempos extraordinarios, también, la política da vuelcos extraordinarios. Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, ha anunciado un paquete de medidas de apoyo a los sectores más pobres de la nación con el fin de recuperar su liderazgo en los tiempos de la pandemia. Eso contrasta no solo con su perfil de político derechista, sino también con su actitud inicial sobre el coronavirus, cuando lo calificaba como «una simple gripita sin importancia.»
Mientras tanto, paso a paso, la estela mortal del coronavirus empieza a ensancharse. Los casos de afectados en Sao Paulo, suman más de 11,500. Y en Río de Janeiro llegan a 4 mil.
Las defunciones no alcanzan aún los 500 muertos, pero la maquinaria de destrucción está en marcha.