La Isla de Pascua es uno de los múltiples milagros del Océano Pacífico. Es una isla pequeña, de apenas 163 kilómetros cuadrados. Un poco más grande que la Delegación Xochimilco de la Ciudad de México. Pero en su interior habitan los moais, unas enormes esculturas de piedra volcánica ligadas a la aparición del hombre sobre la Tierra y la creación del mundo. Los moais son las figuras de los antepasados de la isla, que arrojan su luz y benevolencia sobre sus descendientes.
En la isla existen más de 1000 moais de diversos tamaños -el mayor llega a medir 11 metros-, todos acomodados en círculo alrededor de la pequeña isla triangular, y montados sobre unas plataformas de piedra para protegerlos. Al igual que muchos monumentos antiguos, no se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los medios para trasladarlos de un extremo a otro de la isla, ni qué factores propiciaron la desaparición de la cultura en este pequeño botón del pacífico.
Si bien se sabe que los moais fueron tallados por miles de artesanos y navegantes polinésicos entre los siglos IX y XVI, se ignora las condiciones de su abandono. Muchos europeos -incluyendo al propio Charles Darwin es su viaje epopéyico en el legendario barquito Beagle- se quedaron atónitos ante la presencia de los monolitos.
Ahora la Isla de Pascua es un patrimonio de la humanidad.
Y ahora, también este milagro de la civilización se encuentra amenazado por el cambio climático.
La isla está resintiendo el incremento de los niveles del Océano Pacífico, y sus 6,000 pobladores están alertando sobre la llegada de las olas hasta las plataformas de los moais. La erosión de los acantilados cercanos a las estatuas es notable, y para finales del siglo los efectos pueden ser catastróficos. Se trata de una cultura, nuevamente, en peligro de extinción.
A pesar de los 3,600 que separan a la Isla de Pascua de las costas de América, la isla pertenece a Chile. Y esta nación ha levantado la voz de alarma por la posible pérdida cultural y el daño económico. La economía de la isla también está amenazada. Los sitios arqueológicos son la piedra angular de la principal industria, el turismo. El año pasado esta isla tan poco poblada atrajo a más de 100.000 visitantes. Los hoteles, restaurantes y empresas turísticas de la isla recibieron más de 70 millones de dólares en ingresos.
Por eso, ante la elevación de los océanos y las amenazas del cambio climático, el Ministerio de Economía de Chile está espantado.
Los rostros de los moais también.