La extinción de las especies es un fenómeno ancestral. Los especialistas calculan cinco grandes extinciones de las especies, que son fenómenos masivos de desaparición de la vida en la Tierra. La primera extinción sucedió hace 440 millones de años, y la última hace 66 millones de años. Y ahora estamos, de acuerdo al Centro de Biodiversidad e Investigación Ambiental de la Universidad de Londres, en el umbral de la sexta extinción de las especies.
Charles Darwin tuvo que ver de cierta manera en este tema. En términos sencillos -señaló-, cualquier especie que sea incapaz de sobrevivir y reproducirse en su ambiente, y que tampoco pueda trasladarse a un ambiente nuevo donde sí sea capaz de realizar esas actividades, morirá y se extinguirá sin remedio. Sin embargo, según los científicos la sexta extinción no está relacionada con este proceso, ya que se deberá fundamentalmente a las actividades del género humano sobre el planeta.
El desarrollo de la humanidad ha estado vinculado a la muerte de las especies. La creciente urbanización, la contaminación industrial, el cambio del uso del suelo, la deforestación, la introducción de nuevas especies en diferentes ecosistemas y los fuetazos del cambio climático han modificado radicalmente el entorno que permite la reproducción de las especies, y han conducido a su extinción. En este proceso la vida en la Tierra ha perdido diferentes especies de leopardos, patos, rinocerontes, boas, tigres, mariposas, canguros, gacelas, guacamayas y focas, entre otras.
El problema es que la sexta extinción, que va a ocurrir en las próximas décadas, acabará con aproximadamente 269 a 350 especies de aves y mamíferos, y ese número puede llegar a las mil. Sería una pérdida de vida tremenda. Y eso, sin contar a las plantas y los invertebrados, cuyo número es incalculable.
Pero de acuerdo a los científicos, esa pérdida puede de alguna manera mitigarse. Parte de la solución reside en la disminución de la deforestación y el combate al cambio climático. Ya sin el apoyo de la Casa Blanca al Tratado de París contra el cambio climático, el resto del mundo puede y debe comprometerse en el tema. La especie humana, que tiende a extinguirse por sus propias obras, se lo agradecería en el futuro.